Pero el año pasado, en uno de esos momentos de cordura brillante tan escasos en esta vida, decidí cambiar "Deseos" por "Objetivos". Y la Magia de las Palabras es tal que ese simple cambio permitió que, por primera vez, alguna de esas metas fuese alcanzada, acariciada o al menos mimada por mis buenas intenciones.
Y es por eso que este año me dediqué a sonreír más, pero también a llorar más, sin miedo, para aprender al tiempo a reírme de mis lágrimas. Me esforcé por ser aun más sincera, perder el miedo y la vergüenza ante los demás, pero también ante mi misma, para poder ser sincera también conmigo, con mis sentimientos, mis deseos y mis ideas. Y por último, en esa búsqueda de la felicidad y la realización personal, meta supongo a la que en última - o en primera - instancia aspiramos todos, me exigí volver a escribir. Algo a lo que en parte me ha llevado a crear este pequeño blog, aun a pesar de mis ausencias y desactualizaciones (lo que en este 2007 intentaré reparar claro)
Hoy, a las puertas del año que empieza y segura tanto de los Objetivos a mantener, como de los nuevos, quisiera compartir con vosotros dos poemas de la maravillosa Berna Wang, aparecida ante mis ojos, hace realmente muy poco, para llenarme con sus palabras de Sueños, Deseos y Esperanzas... pero también de Objetivos. Solo decir que el segundo se lo dedico, además de a mi misma claro, a una persona especial y también amiga a la que aquí llamaré Dr. Caligari. Sin más, un besazo a todos, espero que os gusten y Feliz 2007, año en el que espero se cumplan todos vuestros Deseos, pero sobre todo, vuestros Objetivos.
Ayer
Anhelaba dormir con alguien,
saber que había una luz encendida al final
del pasillo, tras la puerta cerrada,
y que bajo su círculo, alguien me amaba.
Quería que alguien me sacara a bailar.
Necesitaba
que alguien saliera a buscarme el día
que no tuviera fuerzas para volver sola a casa.
Hoy
Vivo en una casa sin pasillos,
bailo sola por las mañanas
(y también algunas tardes).
Y sé que aunque tardase el resto de mi vida,
sabría regresar a casa
desde cualquier lugar del mundo.
.........
Resulta que los demás no sólo nos piensan,
sino que también nos sueñan.
Sin pedirnos permiso,
sin pagarnos derechos,
sin que nuestras indignadas protestas
-« ¡Pero YO no soy así!»-
sirvan de nada.
Habrá que acostumbrarse, entonces,
a convivir con nuestros hologramas
y a que hagan con ellos lo que les plazca.
Mientras seguimos intentando ser,
calladamente, con tenacidad,
nosotros mismos.