Lluvia
Te vas de sus brazos sintiéndote más herida y sola.
Como desnuda en la ciudad oscurecida,
Al menos, el día está tan gris como tú.
Por suerte, suele ser así.
El llanto parece cristalizar de un momento a otro,
Pero reflejado entre luces y miradas, se acobarda,
Refugiándose en tu pecho.
Entonces, una gota de lluvia cae sobre tu rostro y lo recorre,
Acariciando el sendero de las lágrimas no derramadas.
La angustia de la contención desaparece
Y puedes respirar de nuevo.
Así es la mano amiga de la lluvia.
Hay personas que detestan la lluvia. Yo no.