Hace tiempo que tengo por costumbre anotar toda aquella frase que despierta algo en mí al escucharla. He rellenado así diferentes cuadernos, diarios... o simples papelitos que guardo en cualquier parte y me encuentro por sorpresa en algún rincón mucho tiempo después de haberlos escrito. Lo normal en mí es anotar el autor o, en su defecto, el lugar en donde la he escuchado (normalmente alguna película); pero lo cierto es que desconozco por completo cual puede ser el origen de esta frase:
“Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que terminamos por disfrazarnos para nosotros mismos”.
Su hallazgo hace unos días me ha llevado a plantearme los diferentes significados que puede ocultar. Pero lejos de meditar en la hipocresía, las fachadas... a las que nos somete/ nos sometemos (en) este mundo, me ha llevado a detenerme, una vez más (antes de ser Zoe era un gatito XD), en la idea de que es más difícil ser uno mismo, que ser otro.
Creo que nos disfrazamos para los demás por un sinfín de motivos: parecer menos frágiles, más inteligentes, menos inseguros... o simplemente para poder encajar dentro de un rol determinado, entrar a formar parte de un grupo, una comunidad... ser sociales y no individuos independientes, formar parte de un colectivo y no permanecer como seres solitarios... El miedo a la soledad nos acompaña desde la infancia, muta en las diferentes etapas de nuestra vida, pero siempre continúa ahí. Y al fin y al cabo, ¿qué nos da miedo de la soledad?
Nos disfrazamos ante nosotros mismos para no aceptar lo que somos, para no responsabilizarnos de nuestros deseos, de nuestras acciones o de nuestra cobardía. Al fin y al cabo la vida es muchas veces una película, y nosotros, tan sólo un personaje más, un espectador, un actor, un director... pero nunca un guionista. Aceptar ser guionista implicaría responsabilizarnos de nuestras decisiones, ver a nuestra mano construyendo, explícita o implícitamente, todo lo que nos ocurre.
Es mucho más fácil ser otro, interpretar un papel, aceptar que no somos los protagonistas y quejarnos, como buenos actores mediocres, de que nadie nos da el papel de nuestra vida, que la buena historia no llega. Pero realmente nada funciona si somos otros. En algún momento se baja el telón, se apagan las luces, la música cesa y los aplausos se evaporan. Te quitas el antifaz... y solo quedas tú. Y la vida es muy triste si TU es un desconocido.
“Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que terminamos por disfrazarnos para nosotros mismos”.
Su hallazgo hace unos días me ha llevado a plantearme los diferentes significados que puede ocultar. Pero lejos de meditar en la hipocresía, las fachadas... a las que nos somete/ nos sometemos (en) este mundo, me ha llevado a detenerme, una vez más (antes de ser Zoe era un gatito XD), en la idea de que es más difícil ser uno mismo, que ser otro.
Creo que nos disfrazamos para los demás por un sinfín de motivos: parecer menos frágiles, más inteligentes, menos inseguros... o simplemente para poder encajar dentro de un rol determinado, entrar a formar parte de un grupo, una comunidad... ser sociales y no individuos independientes, formar parte de un colectivo y no permanecer como seres solitarios... El miedo a la soledad nos acompaña desde la infancia, muta en las diferentes etapas de nuestra vida, pero siempre continúa ahí. Y al fin y al cabo, ¿qué nos da miedo de la soledad?
Nos disfrazamos ante nosotros mismos para no aceptar lo que somos, para no responsabilizarnos de nuestros deseos, de nuestras acciones o de nuestra cobardía. Al fin y al cabo la vida es muchas veces una película, y nosotros, tan sólo un personaje más, un espectador, un actor, un director... pero nunca un guionista. Aceptar ser guionista implicaría responsabilizarnos de nuestras decisiones, ver a nuestra mano construyendo, explícita o implícitamente, todo lo que nos ocurre.
Es mucho más fácil ser otro, interpretar un papel, aceptar que no somos los protagonistas y quejarnos, como buenos actores mediocres, de que nadie nos da el papel de nuestra vida, que la buena historia no llega. Pero realmente nada funciona si somos otros. En algún momento se baja el telón, se apagan las luces, la música cesa y los aplausos se evaporan. Te quitas el antifaz... y solo quedas tú. Y la vida es muy triste si TU es un desconocido.
......
Ojalá la gente no se disfrazase..... Pero parece que la vida es un festival de máscaras para todos.... y si te quitas el antifaz, tu rostro parece un disfraz para los demás.